martes, 3 de abril de 2012

¿CONSULTA PREVIA O MÁS BLA, BLA?






LEY DE CONSULTA PREVIA


La reciente ley de consulta previa ha dividido las opiniones de los peruanos, sobre todo a los capitalinos. Para los de la metrópoli, esta normativa hace retroceder al gobierno central; sin embargo, para los que viven en la amazonía, asumen que la propuesta les favorece. A mi parecer, la polémica ley es una decisión  justa y necesaria para los intereses  de los pueblos nativos.

Para empezar, digo que la promulgación de esta ley resulta positiva, porque creo que es sinónimo de calma y tranquilidad para aquellos hombres que viven en las zonas de influencia. Si no recordemos la matanza de un grupo de indígenas, quienes defendieron y entregaron sus vidas en defensa de la tierra el 05 de junio de 2009. Esto significó el punto de quiebre para el miope gobernante citadino que desde Lima miraba de soslayo a los nativos, firmaba documentos bajo la mesa, remataba por parcelas la selva amazónica y ordenaba a sus ministros, Mercedes y Yehude, “limpiar el camino”. Para nadie es un secreto que esto formó parte de la antesala de lo que hasta el  más incauto avizoraba. Enseguida, escuchamos los acalorados debates sobre las implicancias de esta nueva Ley, cuyo desenlace favoreció su aprobación, por unanimidad, en el Congreso de la República, y su posterior promulgación por el jefe de Estado en la ciudad de Bagua. 

Esta decisión, si bien es cierto fue un poco tardía, no deja de ser acertada y significativa para nuestra selva amazónica que se encuentra regentada por hombres y mujeres que aún no han perdido el sentido de amar a la naturaleza, porque saben que de allí vienen y hacia ella volverán. Así, de hoy en adelante, el gobierno hará la consulta a los pueblos indígenas, antes de adoptar cualquier acuerdo "entre gallos de medianoche". Entiendo que la consulta se enfocará hacia la elaboración de planes, programas, proyectos y otros acuerdos de diversa índole que favorezcan directamente a todos los que viven en la zona influencia, situaciones que los nativos sabrán afrontar con su amplia sapiencia que los caracteriza.

Sin embargo, no falta quien objete la promulgación de esta nueva Ley, aduciendo que sería contraproducente para el desarrollo de los pueblos amazónicos; puesto que el gobierno central mostraría su debilidad ante la toma de decisiones; tendría que surtir una serie de entrampamientos y, por consiguiente, mayor enfrentamiento entre las partes. Por ejemplo, ¿qué sucedería si no se alcanzara el esperado consenso entre la sociedad civil y el gobierno? ¿Qué sucede si los grupos de poder  ven afectados sus ingresos producto de esta ley y exigen que se aplique el principio de autoridad? ¿Si no se puede explotar los recursos “naturales” porque los indígenas no lo permiten? ¿Habría que matar más indígenas? Obviamente que si las premisas anteriores se cumplen, nos espera una ola de conflictos que debemos enfrentar.

Como medida de prevención, la norma debe ser clara, precisa y coherente a fin de evitar posibles conflictos, que se originan como complemento de los vacíos legales. En primer lugar, hay que aclarar que la nueva Ley no limita ni restringe la toma de decisiones por parte del gobierno, por el contrario, creo que es un desafío para cualquier presidente, ya que promueve el desarrollo de los pueblos amazónicos. En segundo lugar, ante una posible situación de conflicto, surge la necesidad mantenerse en estado de alerta para mitigar cualquier acto de violencia. Para ello se necesita de líderes políticos de la metrópoli con suficiente seso, capaces de generar espacios de diálogo, con capacidad de escucha; a fin de adelantarse a cualquier evento que arrastre una crisis. En otros términos, lo que propongo es que el gobierno ponga en práctica una serie de estrategias que permitan conciliar y resolver cualquier conflicto social sin afectar los intereses ni mellar la integridad de los pueblos nativos. Finalmente, si se cumple con lo antes mencionado, estaríamos en condiciones de creer en el verdadero desarrollo sostenible de las comunidades indígenas.



En consecuencia, la Ley de consulta previa constituye un avance significativo para los pueblos nativos, cuyo objetivo se orienta a salvaguardar y proteger el potencial amazónico. Sin embargo, hay que actuar con sumo cuidado a fin de que esto no signifique el deterioro, desgobierno y retroceso de los pueblos amazónicos.