viernes, 16 de mayo de 2014




                                           
 ¿SEGUIMOS CON LO MISMO O CAMBIAMOS EL CHIP?
                                
En nuestro país, en la última década, parece que los medios de comunicación social, sobre todo la televisión, han olvidado cuál es la esencia de su verdadero quehacer. Es por ello que se ha puesto en tela de juicio el tipo de programas que emite la televisión peruana, ya que se estaría violentando el decreto supremo emitido por el gobierno nacional el 15 de julio de 2004 (Ley 28278). En tal sentido, para muchos televidentes, la programación televisiva les permite mantenerse informados, distraerse, pasar momentos agradables en casa junto a la familia; en cambio para otros, dicha programación lesiona y daña, de manera irreversible, la mente de los niños. Bajo esta premisa, asumo que la mayoría de programas televisivos nacionales de señal abierta deforman la mente infantil.
Por una parte, digo esto, porque la televisión peruana emite programas demasiado violentos y de escasa formación cultural. Ahora bien, si un medio de comunicación descuida el aspecto cultural y genera violencia en la emisión de sus programas, naturalmente, tiende a deformar la mente de cualquier niño. Así lo refiere el Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos: “la violencia expuesta en la televisión puede conducir a los niños a desarrollar conductas agresivas que duran por mucho tiempo” (Guía infantil, 2000-2013). En efecto, dicha programación orienta a la degeneración humana.
Por otra parte, claro está que la televisión-cuyo origen tuvo lugar en 1928, gracias a las investigaciones de Logie Baird- no es la caja tonta como muchos lo han denominado, televisión es un medio de comunicación social que nos permite recibir las noticias con suma rapidez, generar opinión, divertir, educar, entretener, entre otras actividades. Sin embargo, pese a las bondades que puede presentar este medio, vale la pena aseverar que quien permanece por mucho tiempo viendo televisión tiende a generar adicción y entorpecer su pensamiento, ya que anula la mayor parte de su capacidad creativa y reflexiva. En consecuencia, conduce a un adormecimiento cerebral y deformación de la mente humana.
Asimismo, resulta demasiado generoso advertir y afirmar que el 85% de los  programas televisivos no dudan en apelar a elementos básicos de atracción como sexo, violencia, humor lleno de jocosidad y sangre. Y bajo el seudoargumento de una aparente preocupación y denuncia ante situaciones desastrosas se ensalzan con el sufrimiento de las personas, de la manera más vil. Entonces, ¿cuál es el impacto que producen los programas televisivos en la formación de los niños y jóvenes del Perú?, ¿qué es lo que vemos a diario en la TV?, ¿acaso somos incapaces de levantar la voz y decir basta de tanta podredumbre en las pantallas?, ¿no podemos dejar presionar el power del control remoto, porque ya sabemos qué es lo que nos espera en este país en donde todos gritan libertad de expresión? ¿Este país no tiene salvación?
Además, si partimos de la premisa que “Los servicios de radiodifusión sonora y de televisión deben contribuir a proteger y respetar los derechos fundamentales de las personas, así como los valores nacionales que reconoce la Constitución Política del Perú”, podríamos asumir que la mayoría de promotores, y por ende los programas televisivos “aplauden” la existencia del artículo 33 de la ley 28278 que versa sobre los principios y valores y que prohíbe la emisión de cierto tipo de programas que mellan la integridad del ser humano; menos aún toman en cuenta los artículos 41, 42 y 43 de la misma ley, que estipula sobre el horario familiar para la emisión de ciertas películas. Según el panorama, la programación televisiva en el país, a diferencia de otros países, tiene absoluta libertad para elegir qué ofrecerle al televidente: chismes peleas, insultos, “concursos”, evidentes actos de racismo, incluso hasta la muerte, como el caso de Ruth Thalía, que ocurrió luego de que la susodicha se presentara en un conocido programa televisivo a decir “su verdad”. Sin embargo, distinto sería si el Estado exigiera a los canales de televisión que cumplan con la ley como el caso de la televisión cubana, al margen de su política de estado, en donde la  programación televisiva es netamente cultural, informativa, educativa y deportiva,  orientada a la conservación de sus valores y los sueños cubanos. De ser el caso, se podría disfrutar de una programación más sana, comprometida con la educación de su gente, sobre todo de los niños quienes son el blanco perfecto de muchos antivalores que se propagan sin ningún reparo.
Ahora bien, para quienes defienden la idea de que la mayoría de programas televisivos sí cumplen su función al respetar la normativa vigente, Ley 28278, podrían argüir que ningún sujeto está obligado a ver lo que no le place; en consecuencia, tiene plena libertad de elegir otras alternativas como el hecho de adquirir un producto de cable, cuyos beneficios son evidentes. Frente a ello, no digo que la televisión se haya alejado de sus quehaceres al emitir la noticia a nivel local, nacional y mundial, aparte de generar la opinión; tampoco niego la existencia de otras alternativas. Sin embargo, ante los resultados y evidente propagación de violencia, no existen argumentos válidos; ya que en la programación televisiva peruana se han descuidado dos aspectos fundamentales: el formativo y la práctica de valores que permitan integrarnos y hacernos cada vez mejores ciudadanos. Además, vivir bajo la lupa de un gobierno acéfalo, es natural que la realidad no cambie mucho, lo que coadyuva a la falta de voluntad de parte de los promotores de la televisión para presentar programas de corte educativo, porque perderían rating y dinero. Es más, si hablamos de entretenimiento, el asunto se agudiza como si fuera una enfermedad crónica, ya que se usa un código que va de lo coloquial hasta lo vulgar, típico de personas de la baja estofa. Esto se repite en la mayoría de canales de señal abierta, cuyos programas muestran contenidos similares, y de los que casi nadie se inmuta, menos aún el Estado.
En síntesis, la mayoría de programas televisivos en el Perú son lesivos para la mente de los niños. Esta situación se puede evidenciar en el permanente descuido, que muestran los programas de televisión, en el aspecto cultural y educativo que les compete según la ley, al estar plagados de violencia, sangre y muerte; y cuyo fin es el rating y el dinero. Dada esta realidad, se espera, por un lado, que los promotores de la televisión puedan reflexionar y mejorar su producción que ofrecen a la ciudadanía; y por otro, ojalá que los televidentes huyan de esa ceguera que les puede conducir a la estupidez, frente a una pantalla en donde se lanzan una serie de adjetivos hirientes y chocantes que van en contra de nuestros principios.




jueves, 20 de marzo de 2014

EL FALLO DE LA HAYA



Uno de los temas pendientes que ha enfrentado constantemente a Perú y Chile, desde la Guerra del Pacífico (1879) hasta hoy, ha sido el diferendo marítimo. Ante esto, nuestro país elevó sus argumentos a un ente externo para que determine y dé por finalizado el asunto. Es así que el 27 de enero de 2014, la Corte Interamericana de Justicia de La Haya  dio a conocer su fallo, hecho que  produjo distintas opiniones a nivel nacional. Para la clase política y para la prensa, nuestro país habría logrado su objetivo; en cambio, para un reducido grupo de compatriotas, el Perú se habría llevado la peor parte. En ese sentido, asumo que el dictamen favoreció a Chile.

Digo que el veredicto favoreció al vecino país del sur, porque en las ochenta millas marítimas que se le otorgó a perpetuidad se encuentra la mayor parte de concentración de anchoveta, una especie de pescado que tiene mucho valor en el mercado mundial. Además, de todo ese espacio marítimo no solo puede extraer pescado, sino petróleo, gas, entre otras riquezas que muy bien puede aprovecharlas, gracias al avance científico-tecnológico.  Ahora bien, a un país como el nuestro que le otorgan un espacio rodeado de tiburones, potas y otras especies marinas no significativas para la dinamización de su economía, solo habrá ganado agua y un poco de consuelo. Pese a ello, lo curioso es que casi toda la prensa nacional, incluido el Presidente, asumen que hemos ganado la contienda.

Por otro lado, en términos de Ignacio Walker, excanciller chileno, los peruanos celebran el hecho de tener un territorio que Chile nunca quiso. Así, en tono sarcástico, manifestó: “Nosotros jamás solicitamos ni un metro de eso porque no tiene ninguna experiencia práctica”. Repito, si la balanza se hubiese inclinado a favor nuestro, Perú tampoco hubiese ganado nada, ya que históricamente ese espacio le correspondía; en consecuencia, solo habría recuperado su espacio marítimo. ¿Entonces de qué ganancia o beneficio hablan quienes dirigen nuestro país?

En conclusión, el dictamen de la Haya terminó favoreciendo al vecino sureño, al otorgarle perpetuamente el espacio marítimo, en cuyo perímetro se ubica la mayor producción de especies marinas.  Por su parte, Perú solo recuperó un triángulo en altamar que estaba en dominio chileno, pero que ellos jamás reclamaron. Solo se espera que con este último acontecimiento las divergencias tanto marítimas como territoriales hayan terminado, a fin de no seguir reduciendo nuestros espacios territoriales ni marítimos.

domingo, 16 de febrero de 2014

¿Y CONGA VA O NO VA?



                                  
            
EL PROYECTO MINERO CONGA

Los últimos acontecimientos acaecidos en la región Cajamarca, relacionados con la viabilidad y ejecución del proyecto minero Conga han puesto en jaque al gobierno de Humala, puesto que el estudio de impacto ambiental que daba luz verde al mencionado proyecto ha tenido una serie de observaciones que ha desacreditado su validez. Este hecho ha originado el descontento de un numeroso grupo de cajamarquinos quienes han salido a las calles para expresar su disconformidad, mediante la protesta en distintas ciudades de la región. Dadas las circunstancias, un sector, sobre todo, los denominados ambientalistas, cree que este proyecto debe declararse inviable, porque atentaría contra el recurso hídrico, al afectarse las cabeceras de cuenca; en cambio, para otro sector, en especial para los empresarios, cree que esto debe seguir su curso, porque está en juego el movimiento económico de la región y del país. Ante esta disyuntiva, asumo que el millonario proyecto debe seguir su curso.

Por un lado, digo que el proyecto minero Conga debe ejecutarse, porque genera diversos beneficios para el país. En primer lugar, genera puestos de trabajo y mejora la calidad de vida de muchas familias. En segundo lugar, gran parte del canon minero está destinado a la ejecución de proyectos que benefician a todos. En tercer lugar, parte de ese impuesto sirve para que el estado cumpla la deuda interna del país. Por último, el hecho de que Cajamarca reciba canon minero no significa que esté destinado solo para un grupo de personas; por el contrario, el canon minero es la participación efectiva y adecuada de la que gozan los Gobiernos Locales y Regionales producto de la explotación económica de los recursos mineros.

Por otro lado, en términos del MEF, desde el 2006 se ha permitido que las dependencias regionales y locales utilicen hasta el 20% de los recursos provenientes del Canon para el mantenimiento de la infraestructura generada por los proyectos de impacto regional y local. Asimismo, el ente afirma que el gobierno central dispuso que se destine hasta el 5% de lo recibido para financiar la elaboración de perfiles correspondientes a los proyectos de inversión pública que se enmarquen en los respectivos planes de desarrollo concertado. En suma, con todo lo que se proyecta, en términos económicos, se estima un avance significativo para la región. Empero, todos estos beneficios se recortarían si desestimamos el millonario proyecto.

Además, según la Sociedad Nacional de Minería Petróleo y Energía, a través de su reporte informativo sobre transferencia de Canon Minero, informa que en julio de 2012 se destinó una partida de 512 millones de soles y unos 300 millones, aproximadamente, en el 2013 a la región Cajamarca. Con estos montos se asume que las autoridades locales y regionales, de manera conjunta, han ejecutado una serie de obras públicas; caso contrario, habría que preguntarles qué han hecho con semejantes sumas de dinero. Ahora bien, si las autoridades no canalizaron de manera adecuada los recursos o simplemente se lo devolvieron al fisco por incapacidad de gasto, es un tema que la misma ciudadanía debe mantenerse vigilante ante tal incongruencia para hacer sentir su disconformidad.  

Es importante recordar que, desde la época colonial, el Perú se ha caracterizado como un país minero. Desde entonces, gran parte de nuestra economía se ha dinamizado en función a los ingresos producto de esta actividad. Es por eso que actualmente, hay varios proyectos de esta naturaleza que están esperando el reinicio de sus actividades, paralizadas como consecuencia de los reclamos sociales ante el temor de mermar las fuentes acuíferas que se ubican en cabeceras de cuenca. Pese a los temores, la experiencia nos dice que la mayoría de proyectos mineros han terminado ejecutándose y beneficiando a numerosas familias, directa o indirectamente; y este no sería la excepción.



Para finalizar, reitero que este proyecto minero Conga debe ejecutarse, ya que resulta positivo para el país. De hecho, esto será una realidad en la media en que las autoridades que reciben el presupuesto del canon minero tengan la capacidad de generar proyectos de gran impacto en beneficio de todos; caso contrario, resulta desventajoso el hecho de recibir grandes partidas presupuestales que no se puedan invertir, menos aún generar el verdadero desarrollo que tanto anhelamos. Finalmente, pese a todos los beneficios que pueda generar este proyecto, es menester que se explique a la ciudadanía cuál será el verdadero impacto y cuáles serán las medidas que se tomarán para no alterar el equilibrio ecológico.